Transparencia por la Paz

Artículo de José Luis Alfaro publicado en el boletín mensual de novedades de la Comisión General de Justicia y Paz  

La concepción de la historia como sucesión continuada de violencias entre las personas y de guerras entre los pueblos olvida, sin duda, los gestos, las acciones y los hechos solidarios practicados por esas mismas personas y pueblos a través del tiempo.

Es esta gesta de solidaridad humana, todavía en gran medida sin relatar, la que explica la supervivencia y el progreso de la humanidad hasta el presente.

Esta convicción fundamental no nos lleva, sin embargo, a cerrar los ojos ante otra evidencia histórica: la trágica periodicidad de las guerras a través de la historia.

La guerra no sólo ha sido un recurso habitual en la solución de los conflictos entre los pueblos, sino que ha sido legitimada con distintos argumentos, llegando incluso a ser aceptada como una práctica política más; como dice el general Von Clausewitz: «la guerra es....una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios» Esta concepción del general prusiano, nacido en 1790, ha tenido vigencia histórica y era reflejada por el viejo lema: «si quieres la paz, prepara la guerra».

Junto a la tragedia de las guerras, la forma más común de violencia armada se da fuera de contextos bélicos, ya sea violencia ejercida contra civiles por las fuerzas armadas gubernamentales o por grupos armados o bien homicidios cometidos por individuos y bandas delictivas. Se calcula que cada año se cometen 300.000 homicidios con armas de fuego al margen de los conflictos.

Según Amnistía Internacional, el mercado armamentístico mundial mueve cada año 640 millones de armas y 12.000 millones de balas. Aunque la falta de transparencia y la ausencia de una regulación internacional hacen difícil conocer las cifras exactas.

Porque se trata de un comercio que está fuera de control. No solo el comercio que tiene lugar en el mercado negro o la compraventa entre grupos de crimen organizado, las transferencias de armas entre países tampoco están sujetas a ningún control. (Alandar junio 2012)

Por esta razón surge la campaña "TRANSPARENCIA POR LA PAZ"

Pero analicemos el significado profundo de estos dos términos. Transparencia y Paz. Dos palabras que por sí solas nos hablan claramente.

TRANSPARENCIA:

Transparencia es la capacidad que tiene un objeto de dejar pasar la luz y permitir ver a través de su masa lo que hay detrás. Un cuerpo transparente es el que se deja adivinar o vislumbrar sin declararse o manifestarse.

No hay transparencia en los asuntos relacionados con el comercio de armas, el armamentismo, la industria bélica... no la hay porque ni se manifiesta, ni se adivina, ni se vislumbra ni , mucho menos, se declara.

La campaña Transparencia por la paz ha sido promovida por el partido político Por Un Mundo Más Justo, M+J, quien ha invitado a todas las fuerzas políticas y organizaciones sociales a participar en ella. La Comisión Diocesana de Justicia y Paz de Albacete se ha sumado a esta campaña.

La campaña Transparencia por la Paz tiene como objetivo lograr que el Parlamento español constituya con carácter inmediato, una Comisión Parlamentaria que audite el gasto militar.

Tal como se ha dado a conocer a la ciudadanía en repetidas ocasiones, desde el año 1997, primero el Gobierno popular y posteriormente el Gobierno socialista, han endeudado a nuestra sociedad hasta el año 2025 con unos créditos por importe inicial de 23.960 millones de euros destinados a los llamados programas especiales de armamento, que en 2009 ya habían ascendido a 26.693 millones y cuyo escenario final previsto los situaba, con intereses, en una cifra entre 31.631 y 36.876 millones de euros. De acuerdo con la información públicamente disponible, existen 19 programas que se destinan a la compra de material de muy diversa composición.

Esta situación supone que se ha endeudado a la sociedad para adquirir un material que no se necesita y que se va a revender a países que no cumplen con los requisitos mínimos de credibilidad democrática, ni respetan los Derechos Humanos. Países que pasan por ser el supermercado de armas a grupos armados, paramilitares y terroristas que utilizan niños soldado. Todo ello hace que España sea uno de los países que venden armas a estos destinos tan preocupantes y fuera de control.

La solución a la deuda no es convertir a España en una sociedad militarista, que ante el beneficio económico cierre los ojos a las posibles consecuencias de las decisiones de sus políticos. Tampoco lo es que se engañe a la sociedad ofreciendo información incompleta y, a menudo sesgada. La única solución decente es denunciar la deuda ilegítima y revertir el gasto a quienes se han intentado lucrar con el endeudamiento de la sociedad española. La campaña "Transparencia por la Paz" que promueve un amplio abanico de organizaciones sociales exige una comisión parlamentaria para auditar los programas especiales de armamento.

Se ha ocultado sistemáticamente la información económica y financiera de programas armamentistas, tal como ha sucedido en los Presupuestos Generales del Estado de 2012 y los proyectados para 2013, conociendo la existencia de gasto y la necesidad de cumplir con las obligaciones contractuales. Se ha ocultado la verdadera finalidad de los programas, utilizando una serie de argumentos para los que no se aporta el respaldo de evaluaciones previas o informes de resultado. Igualmente, dicha información, en el caso de existir, no se ha divulgado ni está disponible en los medios de información ciudadana institucionales. Así, se ha intentado justificar estos programas con los argumentos de su importancia para el "desarrollo del tejido industrial español con alto componente tecnológico, con opciones de competir en mercados internacionales para exportar dichas capacidades y la generación de puestos de trabajo de alto valor y capacitación con importantes transferencias tecnológicas a sectores civiles".

Hay, pues, una clara falta de voluntad de transparencia en las actuaciones públicas y un deseo, evidente, de equivocar a la opinión pública con una información inicial incompleta que, posteriormente, cuando la información inicial ya ha impactado, se matiza adecuadamente. Vemos, por lo tanto, algunas malas prácticas de transparencia en la gestión política que, a nuestro modo de ver, dejan en papel mojado cualquier Ley de transparencia que quiera hacer este Gobierno.

Desde la campaña Transparencia por la paz se quiere alertar sobre la posible venta de armamento a países que no reúnen la credibilidad democrática necesaria.

POR LA PAZ:

Si profundizamos en el término PAZ, no sólo es suficiente una transparencia en los gastos armamentistas... es necesario llegar a la verdadera paz como sinónimo de justicia, libertad e igualdad. Como cristianos a eso aspiramos implicándonos en la construcción del Reinado de Dios.

Funcionan entre nosotros diversas comprensiones de la paz:

  • la paz como adecuación al «orden» establecido;
  • la paz como experiencia subjetiva, intimista, construida a partir de instancias que hacen abstracción del vivir diario y su problemática (encajan aquí determinadas corrientes místicas, la literatura de evasión, la drogadicción y algunas evasiones ecologistas);
  • la paz como simple equilibrio pactado del terror o proporción de las posibilidades de violencia.
Las dos primeras son alienantes. La paz no es la simple ausencia de conflicto ni un estado de ánimo individual; en ambas interpretaciones y posturas vitales se dan progresivamente el silencio, la colaboración, la obediencia e incluso el apoyo abierto a las situaciones estructurales de injusticia: es el gran partido de quienes presumen no tomar partido ante la diaria conculcación de los derechos humanos y las arbitrariedades (incluso revestidas de legalidad) de los poderosos.

Sobre la tercera de esas interpretaciones habría que decir que encierra la filosofía del viejo adagio «si quieres la paz prepara la guerra». La historia demuestra justamente lo contrario; cuando los pueblos se han preparado para la guerra han sufrido la guerra, no han gozado la paz.

Es claro que la paz es una farsa en un mundo de explotación. La verdadera paz es sinónimo de libertad e igualdad, entendidas éstas en el realismo de las condiciones objetivas que hacen de toda persona un ser libre y de toda sociedad una experiencia solidaria y no en el sentido meramente formal de las democracias burguesas.

Es difícil entender por paz algo que no sea «un concepto dinámico que lleva en sí un proceso de realización de la justicia en los distintos niveles de relación humana. No es sólo lo contrario de guerra; ni podemos hablar de "paz armada" pues en sí misma lleva la injusticia y la hostilidad» (G. Boulbaut)

El Nuevo Testamento presenta a Jesús como el Mesías esperado, cuya misión es instaurar el Reino de Dios en el mundo. Este Reino de Dios nada tiene que ver con los reinos de este mundo, sino con la esperanza, anunciada por los profetas, de un mundo nuevo, en el que las espadas se tornarán arados y la justicia y la paz se abrazarán. Todas las aspiraciones del ser humano se cumplirán en el reino de Dios: en él, los que lloran son consolados; los humildes heredan la tierra; los que padecen hambre de justicia son saciados; los perseguidos consiguen el Reino; y los pacíficos son llamados hijos de Dios (Mt 5, 3-10).

Las propias palabras y hechos de Jesús confirmarán el rechazo de la violencia y se opción por la vía del perdón y del amor a la hora de instaurar su Reino. El prefirió ser víctima de la crueldad y la violencia, antes que recurrir a ella para defenderse (Mt 26, 51-54); predicó el amor, incluso a los enemigos (Mt 5, 44-48; Lc 6, 27-28); murió perdonando a sus verdugos (Lc 23, 24).

José Luis Alfaro Cuadrado
                                               Justicia y Paz de Albacete

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