Los representantes de las iglesias, comunidades e instituciones eclesiales que firmamos esta declaración en el Día Internacional contra la Corrupción queremos hacer un llamamiento en favor de la Esperanza, la Justicia y el Amor fraterno, a través del ejercicio de la transparencia y la regeneración de la vida pública, frente a la percepción de impunidad que campa en nuestra sociedad y la creciente pérdida de confianza en las relaciones sociales. Somos conscientes del problema mundial en que se ha convertido la corrupción [1]. Observamos escandalizados como día a día una minoría de entidades y personas [2] alcanzan impunemente grandes riquezas y poder, gracias a prácticas ilícitas y corruptas que se unen a diversos delitos de narcotráfico, cohecho, malversación de fondos, evasión fiscal, tráfico de personas e influencias e incluso la muerte de inocentes... Mientras tanto, el pueblo asume la mayoría de las cargas fiscales y económicas, sufre recortes en la